En la actualidad, evidenciamos varios escenarios en los que ocurre abusos o violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, que vistos desde su cotidianidad están en organización de fiestas familiares, comunitarias o “caídas” entre compañeros sin que sepan las madres o padres de familia. Al ser lugares no controlados, asisten personas que no conocen y que llegan con intenciones diferentes, aumentando la condición de riesgo de los menores. Parte de las circunstancias son: la desprotección de las familias, dejar a hijos e hijas bajo el cuidado de terceras personas (hermanos mayores, vecinos, tíos, padrastros), la desorganización familiar, la ruptura de vínculos, el consumo de drogas o sustancias psicoactivas e incluso la falta de atención de hijas a hijos.
Es así como las situaciones de violencia se han hecho parte de lo cotidiano. Cuando en realidad la respuesta que se necesita es, ser parte de una acción colectiva orientada a la protección de la niñez, empezando desde las escuelas y los hogares.
Confianza, apego, apoyo
De acuerdo a las investigaciones realizadas, la mejor opción que se puede brindar a niños, niñas y adolescentes para prevenir y evitar la violencia sexual son conocimientos adecuados y oportunos sobre aquellos factores que atañen a la construcción de la sexualidad y herramientas de prevención. Estos elementos de protección se brindan inicialmente en las familias y son reforzados en las escuelas y colegios. Niños, niñas y adolescentes generan diferentes tipos de relación con los miembros de sus familias.
La confianza se refiere a la seguridad y la certeza que tiene una persona de que otros van a actuar en su beneficio y protección.
Niños, niñas y adolescentes suelen buscar a los miembros de sus familias en quienes más confían cuando se les presenta la necesidad de resolver conflictos. Esto tiene relación con el apego.
Apoyar el desarrollo de habilidades de autoprotección
Es también responsabilidad de las personas adultas velar porque los niños y las niñas desarrollen habilidades de autoprotección que les permita en un momento dado buscar ayuda para evitar o salir de forma inminente de una situación de abuso:
- Una de esas habilidades y sentimiento es la autoestima, que permite experimentarse con valía, individuales y únicos en relación a los demás. Los niños y niñas con autoestima baja son más vulnerables a ser víctimas de abuso sexual.
- Identificar claramente con quienes comunicarse en caso de una emergencia o peligro, cómo y cuándo hacerlo.
- Hay que recordar que los agresores sexuales son personas que pudieran mostrar una fachada de confianza, pueden inclusive ser cercanos o parientes, por esta razón debe haber alternativas de comunicación y una apertura que siempre esté constante.
- Ampliar la capacidad de ser observador/a. El pedir ayuda para un niño o niña debe contemplar dar los mayores detalles posibles, de esta manera se facilita identificar lugares, personas, circunstancias, momentos, etc.
- Contar con una red de seguridad constituida por personas adultas y amigos y amigas a quienes pueda recurrir si experimenta riesgos y saber que si no le prestan atención es necesario insistir o buscar a otra persona.
- Y en el caso de adolescentes mujeres “alertar a las jóvenes acerca de la violencia de que pueden ser objeto en sus noviazgos para prevenir y/o detener así la violencia de género”.